Cuando muchas de nuestras universidades rehúsan adaptar sus
contenidos y sus formas de enseñar a las demandas de la economía del
conocimiento, muchos nos hemos preguntado si los programas
'online' podrán ofrecer muy pronto una alternativa real para el
aprendizaje de los estudiantes. Los desarrollos más recientes en el mercado de
cursos 'online' nos empiezan a indicar la respuesta a esta pregunta.
En 2012 se produjo una verdadera revolución de la enseñanza.
Primero irrumpió en el mercado de la educación superior Coursera, una plataforma 'online' gratuita
utilizada por muchas universidades americanas y europeas. Con este fenómeno se
introdujo en el vocabulario mundial un nuevo término: MOOC, las
siglas de 'curso abierto,' online', masivo' o 'massive online open course'. Un
MOOC es un curso en el que miles de alumnos, decenas de miles en algunos
casos, pueden aprender a la vez. Los cursos suelen permitir a los
estudiantes no solo ver vídeos de las clases, sino también conversar entre
ellos, consultar a los asistentes, hacer problemas y resolver casos prácticos.
Poco después de la entrada en el mercado de Coursera, se produjeron la de EdX, la plataforma de Harvard y MIT, y Udacity, fundada (como Coursera) por un
excientífico de Google y con más claro ánimo de lucro.
La posible revolución, como en todo el campo
digital, se debe a que el coste de un usuario adicional es
cero. Igual que cuesta lo mismo una copia digital de una película que
1.000 unidades y que cuesta lo mismo una copia de un libro para Kindle que
otros 1.000, tiene el mismo coste dar clase a un estudiante en Coursera que a
1.000 alumnos. En la enseñanza presencial, los límites de capacidad se
alcanzan enseguida: raramente vemos clases de más de 200 alumnos. El
mejor músico puede vender millones de discos, el mejor futbolista puede ser
visto por cientos de millones de espectadores, pero, hasta ahora, el mejor
profesor tenía, como máximo, varios cientos de alumnos.
La promesa de Coursera, EdX y los demás MOOC era
extender estas enormes “economías de escala” al área de la
enseñanza. ¿Por qué tener a miles de mediocres profesores enseñando
álgebra si la mayor 'estrella' de las matemáticas podría enseñar a todos los
alumnos?
Tres años después de que el 'New York Times' llamara (en
noviembre de 2012) a 2012 "el año de los MOOC", nos ofrecen la posibilidad de
extraer unas primeras lecciones.¿Amenazan los MOOC a la
universidad?
La impresión, hasta ahora, es que el momento en que esa
amenaza se haga real está aún lejos. Aunque los estudiantes se
matriculan en los MOOC, no completan sus estudios. Un estudio de la Universidad
de Pennsylvania usando un millón de estudiantes matriculados en sus
MOOC encontró una tasa de abandono del 95%: solo el 5% de los
estudiantes que se matriculan en un MOOC completa sus estudios.
El más exitoso de los entrantes por el momento es
Udacity, que está ya generando beneficios a
base de reconsiderar completamente su oferta, eliminando del todo la competencia
con la universidad. Udacity ha abandonado el curso tradicional de las
universidades en álgebra, historia o economía, y se está especializando en
'nano grados', diplomas con una utilidad profesional inmediata
en áreas de programación, análisis de datos, etc. Los
estudiantes eligen cómo de deprisa quieren hacer los cursos (si lo hacen más
rápido, les cuesta menos) y se matriculan en pequeños, y fáciles de digerir,
mordiscos de conocimiento. Además, Udacity ha reinventado completamente
los métodos de instrucción. Los vídeos con las clases son siempre muy
breves, interrumpidos por ejercicios prácticos que aplican constantemente lo
aprendido.
El éxito de los MOOCS se produce en cursos más cortos y más
prácticos que los que suelen componer los currículos, y también en cursos de
apoyo a estos
Aparte de las aplicaciones en áreas tecnológicas muy concretas,
la otra innovación de éxito es el uso de los cursos 'online' como
complemento (en vez de como sustituto) de los cursos presenciales. En
la Harvard Business School, por ejemplo, los estudiantes deben
aprender contabilidad, finanzas, análisis de negocio y economía antes de empezar
el programa de máster. Este modelo, que usa el curso 'online' como
remedio para carencias, o como forma de asegurar unos conocimientos
básicos, está extendiéndose por muchas otras universidades, que a menudo también
usan los materiales 'online' (lecciones grabadas, por ejemplo) para completar
los materiales que los estudiantes tienen disponibles.
En definitiva, el éxito de la enseñanza 'online' no amenaza de
momento a la universidad tradicional; en parte porque, como muestran las tasas
de abandono, está resultando muy difícil motivar a los estudiantes fuera
de la clase. Su éxito se produce en cursos más cortos y más prácticos
que los que suelen componer los currículos, y también en cursos de apoyo a
estos.
Esta falta de éxito actual no supone que sigamos otros 20 años
enseñando como lo hemos hecho desde Sócrates. Kodak tuvo los mejores ejercicios
de su historia pocos años antes de que la fotografía digital acabara con las
ventajas competitivas en fotografía de Kodak. Las universidades deben
adaptarse a la tecnología de la información, no solo en términos de lo
que enseñan, sino, mucho más importante, en cómo lo enseñan. La
tecnología puede y debe jugar un papel importante en la enseñanza, apoyando el
aprendizaje de los estudiantes y haciéndolo más dinámico, entretenido y
real.// El Confidencial.com
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